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2013-08-06

Soltando amarras..... Imanol voló desde aquí.

...Como entonces, me gustaba hacer el primer largo de ida y de vuelta con los ojos cerrados, procuraba aguantar el tiempo máximo posible sin ver nada, imaginando por un momento,
que era mediante algún extraño poder, el hecho de que yo tuviese la capacidad de volar y desplazarme entre los árboles.
No se oían las risas ni los comentarios de aquella pandilla, en su lugar, el sonido del viento al acariciarme en pleno vuelo, y el sonido del estirarse de la liana y del propio roce contra la rama de la que pendía.
Ese sonido, repetido con cada nuevo balanceo, se convirtió en eco en  aquel silencioso bosque,
 e hizo que multitud de nuevos sonidos aflorasen de entre las ramas y arbustos.
Aún seguía meciéndome, abri los ojos, era un viaje bastante prolongado, 
sin duda la mejor liana de la que me había columpiado... 
Desde ella, conseguí en pleno vuelo divisar a unos diez metros a una pareja de ardillas que parecían seguir mi diversión, riendo desde una rama. 
Recordé a la pareja del puerto...y sonreí pensando que podría tratarse de ellos...
Una vez descendió el ritmo de balanceo, conseguí echar pie a tierra. 
Con los ojos a rebosar de lágrimas agolpándose, agarrándose a mis pestañas para no caer,
 quizá debido a la velocidad del balanceo y el aire de cara; 
saqué el cuchillo de mi mochila y sobre el grueso tronco desde el que había saltado liana en mano, grabé con su punta, lo que en ese momento me pedía el corazón...

IMANOL VOLÓ DESDE AQUÍ

No me habría dado cuenta de que estaba llorando, de no ser por la moquera que sin duda provocada por tanto baño nocturno, había hecho su presencia,
 goteando agüilla salada desde mi nariz, sobre mi mano.
Me sequé las lágrimas y me soné fuerte los mocos....
Otro eco más, y nueva espantada de aves y demás mamíferos.... esta vez sonreí. 
Miré la frase por última vez, me coloqué la mochila para emprender viaje a través del bosque de nuevo, y cogiendo el improvisado cayado, continué la marcha...
Tenía que tener cuidado con dónde ponía los pies, el musgo cubría como una alfombra toda aquella superficie, los helechos y matorrales cubrían lo que aquel no cubría, y si no, siempre había algún hongo o seta asomándose junto a algún tronco.
El olor era espectacularmente fresco. Paré a descansar y a beber un poco de agua., bueno, y a liar un cigarrillo de la risa, como le llamábamos al de marihuana.
Ese era otro de los propósitos de ese viaje, dejar de una vez por todas ese hábito de consumo. No por nada en especial, ni si quiera por cuestión de salud.
 Simplemente, quería parar, pero antes consumiría mis últimas reservas, unos 20 gramos.
Me senté con la esplada sobre la mochila, teniendo cuidado al apoyarme, y me dispuse a fumar aquel porro admirando todo lo que me rodeaba...

- Alcánzame el hacha Imanol, y la cuerda. Esta rama de castaño valdrá para tu arco, además igual nos llega para el tuyo y el mío. Y ponte aquí para cogerte la altura anda.....  deja el chocolate !!.... que tenemos que pasar la noche !!!

-Shhhhhh !!!!!, ya voy joder, pero callaaa.... Y ténsalo bien, quiero que se claven como tus flechas... Házmelo bien eh?

-Que síiiii.... oye, y ayuda a los demás a buscar ramas para las flechas, sin separarte de donde estamos ¿eh?... Luego haremos la cabaña...

...............

M.B2013

5 comentarios:

  1. Entretenido este relato, estamos intrigados amigo....es una muy bonita historia, saluditos.

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    1. Gracias amiga. Agradezco de verdad tu interes y tu aprecio. Espero seguir en este nivel y no defraudar... Un abrazo Alfmega....

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  2. está genial!! Mikel ...Imanol estará orgulloso de ti allá donde el está....abrazote!!! Alfmega otro igual para ti !!

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    1. Gracias amiga Deya... estoy seguro de ello... muchas gracias !!! un fuerte abrazo, y un beso !!

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  3. Has cambiado el blog y me gusta la nueva presentación. Esta historia que huele a infancia, a juegos, a los amigos de siempre, a los entrañables, me hace pensar en todos los recuerdos que se adormecen agazapados en lo profundo de nuestra memoria. Con los años seguimos soñando, deseando que la siga esas esas sendas. Levar de la mano las reminiscencias, atrapadas cerca de nuestro pecho para que no se escapen con los vapores de cada mañana.

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