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2013-08-03

Soltando amarras.... La sirena (Video)

Me enrosqué a modo de torniquete por encima del corte, por debajo de la rodilla para no dificultarme el caminar, un pañuelo azul y blanco que suelo llevar anudado a la cincha de la mochila; 
debía darme prisa en asegurarme un sitio para dormir reguardado de la lluvia. 
El Cascarón estaba, aunque protegido, demasiado expuesto a la merced de las olas, y pudiendo dormir evitando su balanceo, opté por dormir en tierra.
Durante la preparación del viaje preveí este momento, y cargué un saco con carbón, seis cortes de tronco y varias cuñas de madera. También disponía de un toldo de lona, de tres metros de largo por otros tres metros de ancho y de amarres suficientes como para improvisar una buena techumbre.
Ahora lo importante era el sitio, la pared del acantilado estaba a escasos cinco metros de donde me encontraba, así que debería buscar alguna zona en la que estuviese mas protegido
 y a la vez más alejado de las olas. 
Comencé a alejarme del Cascarón entre las rocas, hacia una zona arbolada que aún se distinguía 
no muy distante. 
No podía esperar encontrar muy buena superficie, pues ahí abajo todo era roca.
Sin embargo, al llegar vi el lugar donde instalarme perfectamente dibujado en mi mente. Una gran roca plana, con dos arboles medianos, uno a cada lado, fue la elegida. 
El pañuelo estaba soltándose y ya bailaba por mi pierna con cada paso que daba. 
La herida ya no sangraba, regresé al Cascarón.
En dos viajes más, conseguí transladar los bártulos de acampada hacia la roca.
Conseguí colocar el toldo de árbol a árbol, y también sobre la roca, preparé un pequeño fuego,
en el que posteriormente freiría un par de huevos y unas tiras de bacón que si no las cenaba esa noche, hubise tenido que tirarlas a las gaviotas.
Era una sensación maravillosa una vez había acabado de organizar todo, me coloque la linterna frontal y salí de debajo del toldo... había dejado de llover, aunque azotaba aún más viento.
 El toldo se agitaba violentamente, asi que opté por soltarlo de dos extremos y recogerlo hasta que llegase la hora de dormir, por si acaso el viento lo arrancaba.
Calenté café.
Me acerqué hacia la zona donde ya dormía el Cascarón. Exhausto y magullado, como bien indicaban los arañazos de su casco, respondía con toscos movimientos al mecer de las olas. Se había portado como un transatlántico de esos  grandotes... qué digo yo !!!...
 Mucho mas valiente que los barcos tan grandotes... Merecía ese descanso...
Me senté en una roca próxima y me dispuse a liarme un porro de hierva,
junto al cafe caliente en mi katilu y una vez pulsaría play en mi reproductor mp4,
 conseguiría ante las vistas imponentes de un mar bellisimo,
 vivir uno de esos momentos soñados de paz y tranquilidad que tantas veces imaginaba en esas noches de deambular o de caer asqueado en el sofa de mi cuarto a altas horas de la madrugada o incluso al día siguiente sin dormir...
Y suena la música.... especial para la ocasión... ambientada en el sitio en el que me encuentro. Cierro los ojos, y poco a poco, el fluir del mar va desapareciendo, siendo cubierto su sonido por la voz, de la que perfectamente pudiera ser una bella sirena intentandome atrapar con su dulce cantar...
Bebo café, y otra calada...
Silencio... Soy yo... estoy aquí... vivo si.

 Solo son 10 segundos.....


B.M2013

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